Raúl González Tuñón
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La muerte de la muñeca pintada - Raúl González Tuñón
Todo el mundo está siempre tironeando de una.
Todos parecen querer un pedazo de una.
Marilyn Monroe.
Todos la tironeaban.
Hollywood le arrancó el pedazo más grande.
Sólo quedaba de ella el corazón
-Un Desolado Corazón-,
la lluvia pródiga de su cabellera,
la última claridad de su mirada
y una calle de infancia y abandono.
Construida en la fábrica de sueños
se rompió como un sueño
rodando en pesadilla al césped donde yacen
los gorriones caídos y el verano.
Y fue el tocante Réquiem para una Marilyn:
Las extras acunaron la muerte de la estrella
Con un terrible blues de lágrimas oscuras.